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El Ciclo

Seis movimientos sobre deseo, vigilia y redención

El Ciclo de Verónica es un mapa lírico que recorre el trayecto desde el primer asombro hasta la rendición emocional completa. Comienza en Encuentro, donde una mirada y una presencia rompen la inercia de toda una vida. Intimidad desarrolla lentamente la confianza y la atracción, que se desbordan más allá de cualquier transacción. Vigilia habita las largas esperas —conscientes, inquietas, a veces desesperadas— mientras

ella está con otros. En Comprensión, Roberto asume el hecho irreversible: el amor ha llegado sin pedir permiso, y ya no hay vuelta atrás. Eco registra su presencia como una fuerza que persiste en la ausencia. Lo que fuimos reconoce que esta historia, única e irrepetible, ya forma parte de ambos. La parábola final, Cattleya Verónica, destila el sentido profundo de todo el ciclo: que la belleza puede florecer en condiciones imposibles y que la improbabilidad del amor no disminuye su verdad.

Poemas (selección)

Excerpt 1
Verónica

No eras la llama. Eras la cámara donde el calor se reunía sin temor. Esperabas dar. Pero yo te invité a recibir. Y al recibir, diste más de lo que imaginabas— el momento se inclinó, el aire contuvo el aliento, y hasta el silencio, deshecho por tu presencia, dio un paso atrás para dejar espacio a una belleza demasiado salvaje para nombrarla. Te deseé. Abiertamente. Sin palabras. No para poseerte, sino para quedarme en la quietud donde tu deseo rozó el mío. Despertaste un anhelo que mantenía a raya— bajo la contención, bajo la costumbre, bajo las historias que me contaba para contener el deseo que había moldeado mi vida. Verónica— me desarmaste con una ternura irresistible. Me dejaste abierto, y no huí. Reescribiste el guion que creía conocer. Derribaste la muralla que llamaba protección. Deshiciste los nudos en los que confiaba, y me dejaste deshecho—pero completo. Verónica— no culpo tu belleza— fui yo quien eligió mirar. No culpo tu fuego— fui yo quien encendió la llama. Respondiste la pregunta que nunca me atreví a hacer. Despertaste un deseo que siempre había llevado dentro. Gracias— por ser, y al ser, darme espacio para convertirme. En el encuentro de nuestro deseo compartido, abriste la puerta a un camino que pocos encuentran— y con deleite, crucé el umbral y comencé el viaje de llegar a ti.

Excerpt 2

Cuando Te Vi

Cuando te vi, el mundo contuvo su aliento — una pausa delicada, un susurro pidiendo permiso. Eras el sueño que nunca supe que soñaba, una revelación silenciosa, luz derramándose en rincones olvidados de mi alma. Tu sonrisa fue más que una sonrisa — hilos de sol cosiendo claridad en mis sombras calladas. Tus ojos, galaxias mudas, mares demasiado hondos para cruzarlos, y aún así, los reconocí como hogar. Tu beso no fue solo un beso — fue un fuego susurrado, un relámpago hecho ternura, una verdad grabada en la piel de todo lo que alguna vez creí entender. Más allá de la belleza, tu presencia llevaba una ternura sagrada, un silencio que disolvía las preguntas ruidosas que había cargado demasiado tiempo. Llegaste sin anunciarte, suave, inesperada, y sin embargo, en esa interrupción de aire y luz, todo encontró sentido: el mundo reescrito, la historia renovada. Te vi, y supe, sin una palabra, que nada después de ti volvería a estar intacto.

Excerpt 3

Ella Es

Ella es el amor que llegó antes de que mi corazón supiera que lo buscaba. Ella es la respuesta a una pregunta escondida en lo más profundo de mis huesos. Ella es la sonrisa que bordó luz dentro de mi alma. Ella es el abrazo que reunió mis pedazos en un refugio seguro. Ella es el calor que sanó lo que yo mismo había roto. Ella es la belleza que enseñó a mi corazón su ritmo secreto. Ella es la musa que susurró poesía en mi silencio. Ella es el anhelo que nunca me atreví a imaginar. Ella es la trampa en la que entré, sin saberlo, y sin querer escapar. Ella es la prueba que estaba destinado a fallar. Ella es la herida que marcó mi eternidad. Ella es el misterio que jamás podré descifrar. Ella es el dolor que desafía toda curación. Ella es la esperanza que siempre perseguí en las sombras. Ella es mi amor — y es ferozmente, maravillosamente real.

para ella, cuya luz aún me sostiene

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